EJÉRCITO DE POETAS CONTRA LA GUERRA COLOMBIANA
Colombia es un país en guerra: ¡el mundo entero lo sabe!
El pasado 22 de julio se celebró la clausura de la décimo-séptima edición del Festival Internacional de Poesía de Medellín, con la lectura de poemas de 70 de los poetas que tomaron parte en este encuentro poético anual, que ha sido considerado por la prensa mundial como el festival más multitudinario de la historia de la poesía.
En esa sesión de clausura se percibieron dos circunstancias inesperadas para muchos: la primera, que varios cientos de personas soportaron, en presencia de los poetas extranjeros y nacionales, un torrencial aguacero de tres horas, mientras la poesía fluía ininterrumpidamente bajo los truenos y la dura lluvia, como la expresión viva de la afirmación del compromiso, la conciencia y la vocación de paz y de una nueva vida, del pueblo colombiano.
- Alimentar la vigorosa resistencia poética y espiritual del pueblo colombiano, que lucha esforzadamente por una patria para la vida y para el sueño de un nuevo país, fortaleciendo el diálogo entre los poetas y las tradiciones poéticas y contribuir al entrelazamiento de los proyectos de poesía de todos los continentes (festivales, publicaciones periódicas, escuelas poéticas), estimulando el intercambio de experiencias, opiniones, propuestas y bases de datos.
- Fortalecer, a través del ejercicio continuado de la palabra poética en Medellín y las principales ciudades colombianas, un alto nivel de conciencia social y estética, de coexistencia y sentido de solidaridad frente a los problemas estructurales que afectan a la población de nuestro país, y lograr una dinámica renovadora de los procesos de integración e intercambio simbólico, para generar en el público una más alta comprensión sobre la importancia de escucharnos y acceder a la pluralidad, a la diversidad y a la complementariedad del pensamiento humano y crear una actitud participativa del pueblo en la cultura y en el proceso de profundización de la democracia colombiana.
En el Festival intervinieron -desde 1991- más de 800 poetas de 142 países, de todos los continentes, y su impacto en la sociedad contemporánea mundial ha sido tal que le fue otorgado el Premio Nobel Alternativo, en el Parlamento de Suecia en diciembre de 2006.
Colombia es un país hambriento y saqueado, militarizado y paramilitarizado. Con 26 millones de pobres (más del 60% de la población) y 11 millones de indigentes, cada día aumenta la legión de desempleados, subempleados y excluidos. Miles de crímenes siguen en total impunidad. Cuatro millones de desplazados llegados a las ciudades siguen siendo hostigados y amenazados por cuerpos paramilitares, que controlan los barrios indigentes y asentamientos. Los asesinatos selectivos de dirigentes populares continúan.
El ejército y la policía nacional aplican su política de mano de hierro contra toda protesta social. Colombia entera es un campo de concentración de 40 millones de habitantes secuestrados por la guerra. A todo esto se suma la ausencia de resultados políticos que beneficien a la sociedad colombiana, en su aspiración a una paz justa y digna, derivados de una guerra de guerrillas de más de 40 años, que carga el condenable lastre del secuestro.
Siendo la poesía la expresión inmemorial del deseo profundo de una humanidad fraterna y solidaria, renacida de las cenizas de la mezquindad y del egoísmo, que han signado y deteriorado la historia humana durante siglos, es nuestra voluntad contribuir a la construcción de la paz de forma firme y decidida desde el Festival Internacional de Poesía de Medellín y desde el movimiento cultural por la paz de Colombia.La mayoría de los colombianos estamos de acuerdo y continuaremos luchando para que la paz se alcance a través de un acuerdo humanitario entre los contendientes, para el intercambio de prisioneros de guerra y secuestrados, y el subsiguiente desarrollo de sólidas conversaciones que lleven a una solución política de la guerra.
Orientado por la política guerrerista del presidente estadounidense George Bush, el presidente colombiano Uribe Vélez se niega tercamente, una y otra vez, a la celebración de los diálogos que permitan este acuerdo humanitario, reclamado insistentemente por la sociedad colombiana, mientras su discurso sordo e intolerante, sigue alentando la reiteración de los ataques físicos y morales contra los defensores de derechos humanos, luchadores por la paz, dirigentes sindicales, indígenas, agrarios y estudiantiles, personalidades democráticas, poetas y artistas opositores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario