En el coloquio Planeta Tierra realizado en Chiapas,
el subcomandante Marcos y la psicoanalista Sylvia Marcos
subrayan la mejor relación entre el zapatismo indígena y el feminismo.
(La Jornada, México, San Cristóbal de las Casas, Chis, Hermann Bellinghausen (enviado) 14 de diciembre) Ya no la “condición” sino la nueva realidad de las mujeres más allá del feminismo, y su inserción en las luchas de resistencia devenidas hoy antisistémicas, fue el tema-llave de la segunda conferencia del coloquio Planeta Tierra: movimientos antisistémicos, en voz de la sicoanalista y activista Sylvia Marcos y el subcomandante Marcos, quien se refirió al “calendario y la geografía de la diferencia”.
Mientras la primera ponderó con admiración el movimiento zapatista y el lugar que ha dado en su interior a la lucha de las mujeres, el vocero rebelde reflexionó sobre la relación crítica y el desencuentro entre el zapatismo indígena de Chiapas y el feminismo realmente existente. Admitió que, al calor de la otra campaña, la distancia “se ido acortando gracias al trabajo y comprensión de nuestras compañeras feministas, de manera destacada las de La Otra Jovel”.
El otro tema que gravitó en la conferencia fue la lucha de la APPO, descrita y analizada con vehemencia por Gustavo Esteva desde su doble condición de participante en la resistencia oaxaqueña y pensador independiente y riguroso, aunque él se considera “desprofesionalizado”. Tanto las mujeres y el feminismo como las barricadas materiales y organizativas de Oaxaca se ampliaron la noche del viernes hacia las luchas antisistémicas y la necesidad de vincularlas desde la diferencia, como coincidieron los ponentes con lo planteado por Immanuel Wallerstein en la conferencia inaugural.
Desde una unidad de propósito y de análisis sobre las coordenadas actuales, las diferencias entre los ponentes le van poniendo sabor al coloquio en memoria de Andrés Aubry. ¿El “imperio” estadunidense está en decadencia y al borde de la muerte, como postulan Esteva y Wallerstein, o aún es el enemigo formidable y señor de la guerra que domina la lógica del mercado y no pocos estados, como reviró el subcomandante Marcos?
Sylvia Marcos –presentada por Mercedes Olivera con un reconocimiento a sus aportaciones al debate de las mujeres–, reconoció que el EZLN “es el movimiento más esperanzador para las feministas”, subrayando cómo han avanzado aquí las mujeres, hasta incluirse “en todos los niveles de decisión”. Adelantándose a lo que expresaría el subcomandante rebelde, subrayó que lo han hecho “sin el tutelaje del feminismo hegemónico”, y se deslindó del feminismo que circunscribe su lucha a la opresión de los varones.
Marcos (la sicoanalista) recordó su “pasmo” inicial en 1994 cuando conoció la “ley revolucionaria de mujeres” de una “guerrilla indígena”, y cómo desde entonces ha incorporado centralmente en sus análisis el horizonte de “las de abajo”. Por su parte Marcos (el subcomandante) expuso que si antes habló del “abismo entre teoría y realidad, y de la bulimia teórica concomitante en una parte de la intelectualidad progresista”, ahora se detendría “en ese punto de la geografía pretendidamente científica que es el centro donde la piedra conceptual, es decir, la moda intelectual, cae y se inician las ondas que afectarán la periferia”.
Esas teorías y prácticas del centro “se extienden a la periferia no sólo afectando pensamientos y prácticas, también y sobre todo, imponiéndose como verdad y modelo a seguir”. Hizo referencia a los “nuevos” actores sociales (mujeres, jóvenes, otros amores), para quienes surgen elaboraciones teóricas, y prácticas políticas y organizativas desde el “centro emisor”. Así, el feminismo también se exporta de las metrópolis a las periferias, centro a su vez de otras periferias.
Relató los desastrosos contactos iniciales de las feministas urbanas con las indígenas rebeldes, cuando aquellas quisieron imponer sus programas y modos a las zapatistas, como si llegaran a liberarlas. “Ni siquiera se pararon a ver si las habían escuchado y entendido. Volvieron a sus metrópolis, escribieron artículos, publicaron libros, viajaron dando conferencias, tuvieron cargos gubernamentales”.
Ese “desencuentro inicial” marca la relación posterior entre mujeres zapatistas y feministas, “y llevó a una confrontación soterrada que las feministas achacaron al machismo vertical y militarista del EZLN”. Señaló que “tal vez, como Sylvia Marcos en el Israel de las beduinas, entenderían que las zapatistas, como muchas mujeres en muchos rincones del mundo, transgreden las reglas sin desechar su cultura, se rebelan como mujeres sin dejar de ser indígenas y zapatistas”.
De esa “tensión” que hoy se convierte en liga y puente “saldrá un nuevo calendario en una nueva geografía, donde la mujer, en su igualdad y diferencia, tenga el lugar que conquiste en su lucha, la más pesada, compleja y continua de las luchas antisistémicas”.
Gustavo Esteva sumó al debate una lectura crítica antiautoritaria del socialismo, al que concibe tan agotado históricamente como el capitalismo. Hoy, la lucha anticapitalista se da “creando espacios autónomos de poder popular” como se ha visto en Chiapas y Oaxaca. Llamó a dejar de ver “el presente como un porvenir pospuesto” y a “construir en libertad un mundo nuevo donde quepan los diferentes mundos: de eso tratan los movimientos antisistémicos”, concluyó.
El texto completo de las participaciones del subcomandante Marcos en el coloquio
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