LOS PUEBLOS ORIGINARIOS EN EL SIGLO XXI
(CubaDebate, Luis Rumbaut, 5 de octubre) Las naciones americanas tienen una deuda pendiente con los pueblos originarios del continente, la cual será presentada por cobrar próximamente en este siglo.
Mientras Canadá y EU celebran el Día de Colón, y las naciones al sur celebran el Día de la Raza o variantes de estos temas, la creciente influencia y poder político de los grupos indígenas e indigenistas plantean interrogantes con una insistencia que nunca antes se ha sentido.
El ejemplo más claro es el de Bolivia, donde la Asamblea Constituyente contempla cómo aceptar y oficializar más allá que de forma simbólica las tradiciones culturales y sociales, y las demandas, de los pueblos indígenas. La Asamblea enfrenta una oposición decidida, pero lidera el país un presidente popular y activista aymara que vivió en las regiones quechuas. Y él no es el único que impulsa un cambio histórico: representa a la mayoría.
En Ecuador, organizaciones indigenas que han sido un factor significativo en el auge y caída de gobiernos previos tambíen quieren un cambio. El nuevo gobierno ha obtenido una victoria rotunda con el voto a favor de una Constituyente propia.
El cercano Perú no puede evitar ser afectado por los sucesos que toman lugar en las hermanas naciones andinas, ni tampoco Guatemala, que, como Bolivia, tiene una población mayoritariamente indígena que ha sido marginalizada de por siglos. México, actualmente miembro del neo-liberal TLCAN, tiene profundas raices indígenas, y una considerable población de gentes que no hablan español. Aún dentro de EU, activistas indios siguen de cerca los sucesos en el Sur, como también muchos chicanos que se identifican con los indios.
En varios países, la explotación y el maltrato de ciudadanos como trabajadores rurales va mano a mano con la explotación y maltrato de ellos como indígenas. Sus demandas no son exclusivamente culturales o linguísticas o religiosas. Los mineros bolivianos, mayormente quechuas y consumidores de coca por larga tradición, son a la vez un grupo aguerrido con conciencia de clase cuyo lema hasta hace poco era "¡Industrializar el gas!" El presidente economista de Ecuador se auto-describe como socialista cristiano. Los zapatistas mayas en México hicieron coincidir su alzamiento con la puesta en efecto del nuevo TLCNA, aguándole las fiestas a los neo-liberales que celebraban la fecha.
No es probable que se dé una separación nítida entre las luchas de carácter económico y nacionalista que marcaron el pasado siglo, por un lado, y, por otro lado, alguna especie de demandas puramente indigenistas distantes de las primeras. Pero, queda por ver cómo se conjugarán, porque no hay precedente para las condiciones actuales desde el comienzo del colonialismo.
Cuba no tiene una población indígena significativa, pero es vista como amiga por organizaciones indígenas por todo el continente. Comparte presencia en el ALBA, la alianza anti-neo-liberal, con Bolivia, cuyo líder abiertamente expresa su admiración por Fidel Castro; y con Venezuela, que ahora celebra el Día de la Resistencia Indígena, y no el de Colón; y Nicaragua, con su Costa Miskito. Y Ecuador también se inclina hacia el ALBA, y no es imposible que Perú y México y Guatemala y los mapuches de Chile y otros pueblos se unan al proceso, todavía por definir, de impulsar las diferentes tendencias en la agenda: la defensa de los recursos naturales y de la soberanía, el desarrollo a través de la colaboración, la justicia económica, y la reivindicación de las culturas y lenguas tradicionales.
Cuba es vista ahora en todo el continente en la forma de su personal médico y de emergencias, sus programas de alfabetización (incluso en lenguages nativos), y las operaciones para restaurar la vista que co-auspicia con Venezuela. A EU se le percibe de forma diferente. En Perú, respaldó el gobierno impopular de Alejandro Toledo, de quién se esperaba que le pusiera una cara indígena al neo-liberalismo. En Bolivia, Ecuador, y otros países, la presencia de EU ha sido una de grandes corporaciones que, ávidas por extraer petróleo, gas, y minerales, y de tomar control de las aguas, han devastado el medio ambiente y por ende las condiciones de vida de los pueblos originales.
Con el paso del Siglo XXI, los pueblos originarios prestarán su apoyo a Cuba y a las naciones del ALBA más probablemente que a EU, con sus tratados comerciales asimétricos. A medida que se expanda el movimiento indigenista, se convertirá en un factor creciente no sólo dentro de las respectivas fronteras nacionales, sino en las cambiantes relaciones Norte-Sur.
fotografía: Mapuexpress
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