CRISTINA KIRCHNER FUE ELEGIDA PRESIDENTA
Por segunda vez, una mujer accede al cargo máximo.
Su esposo le traspasará el bando para el período 2007 - 2011.
La jornada de escrutinio resultó muy desordenada,
con quejas de la ciudananía y
denuncias de candidatos opositores por demoras,
falta de boletas y modalidad de ingreso de datos.
Otra definición: "Mujer de gobierno: Criada que tenía a su cargo el gobierno económico de la casa". Como siempre, la lengua termina yendo un paso más allá que las academias. Y hoy, para el común de la gente, mujeres públicas, mujeres de gobierno son Angela Dorotea Kasner, Hillary Rodham, Cristina Fernández o Mamá Sirleaf. Y es que, a pesar de que a las tres primeras se las conozca por el apellido de sus maridos y a la cuarta con el más femenino de los apodos, se trata, nada menos, que de mujeres de todo el mundo que pasaron a ser emblema del "woman power", un fenómeno que amenaza con sacudir, también, hasta la última letra del diccionario.
La primera de estas mujeres es la poderosa jefa del gobierno alemán, Angela Merkel; la segunda, Hillary Clinton, la candidata demócrata que amaga con instalarse en la Casa Blanca y no, esta vez, para redecorarla como primera dama, sino para dirigir los destinos de la primera potencia del mundo. La tercera es Cristina Fernández de Kirchner, elegida ayer presidenta de los argentinos. Luego, le sigue Ellen Johnson Sirleaf, verdadero emblema de este arranque del siglo XXI, quien el año pasado se convirtió en la primera mujer presidenta de Africa. No solo eso: ganó las elecciones en Liberia con un 59,4 por ciento de votos y se hizo cargo de un país desgarrado por una guerra civil. Encima, pudo con la política y hasta con un fetiche masculino: venció en las urnas a un ex futbolista llamado George Weah.
A las poderosas de este mundo contemporáneo parece unirlas un denominador común: la educación superior. Fueron las aulas del siglo XX las que, en definitiva, les dieron a la mujer el instru mento fundamental para pelear lugares, por ejemplo, dentro del "old boys club" de EE.UU., como se llama a ese coto cerrado que, históricamente, produjo candidatos presidenciales a destajo, siempre hombres. Con su acceso a la educación superior, la mujer pudo liberarse hasta de ese viejo mito religioso que le endilgó durante siglos la causa del pecado original. Ese mito por el que solo Eva y una serpiente (femenina) fueron expulsadas del Paraíso. "Soy socialista, agnóstica, separada y mujer", dijo a poco de asumir el gobierno la presidenta chilena Michelle Bachelet.
Merkel es científica, Hillary era una abogada exitosa cuando su marido llegó a presidente. Cristina también es abogada y un cuadro político de peso surgido de las filas del peronismo. La africana Sirleaf es una economista licenciada en Harvard. También salió de esa universidad estadounidense la abogada laboralista Tarja Jalonen, que ya va por su segundo mandato en Finlandia. Bachelet es médico cirujana y pediatra.
En el otro extremo del planeta, la economista Gloria Arroyo, actual presidenta de Filipinas -que lidia en su país contra la corrupción, la guerrilla y el terrorismo- compartió alguna vez las aulas con Bill Clinton, en la Universidad de Georgetown. Vaira Vike Freiberga, la presidenta de Letonia se doctoró en Psicología en Canadá. Es traductora de español y habla francés, inglés y alemán, además de letón, claro.
Profesionales, políticas exitosas, verdaderas damas, femeninas -cada una con su estilo- y lejos, muy lejos todas ellas, de esa imagen masculinizada que instaló la hoy anciana baronesa Margaret Thatcher, ex primer ministro británica, una famosa dama de hierro.
Su esposo le traspasará el bando para el período 2007 - 2011.
La jornada de escrutinio resultó muy desordenada,
con quejas de la ciudananía y
denuncias de candidatos opositores por demoras,
falta de boletas y modalidad de ingreso de datos.
(Clarín, 29 de octubre) Sin ballottage. Cristina Fernández de Kirchner ganó ayer las elecciones con los votos suficientes como para evitar una segunda vuelta y es desde ayer la primera mujer electa presidente en la Argentina.
Cristina asumirá el 10 de diciembre y sucederá en el cargo a su marido, el presidente Néstor Kirchner. Así, establecerá un hecho inédito en la historia de las democracias occidentales.
El vicepresidente será el gobernador mendocino, Julio Cobos, un radical que se asoció al kirchnerismo a través de la Concertación Plural. La fórmula Cristina-Cobos cumplió las condiciones exigidas para imponerse en primera vuelta.
La Constitución establece que no hay ballottage si un candidato supera el 45% de los votos o llega al 40% y aventaja por más del 10% al segundo.
Para reafirmar que es la hora de las mujeres, Elisa Carrió quedó segunda, aunque lejos de Cristina. La candidata de la Coalición Cívica -que fue secundada por el socialista Rubén Giustiniani- realizaba un notable desempeño en los grandes centros urbanos. Ganó en Capital y Rosario y revalidó su status de referente opositora.
La ventaja de la candidata oficialista fue hilvanada a partir de generosas diferencias en la provincia de Buenos Aires -donde el vicepresidente Daniel Scioli se consagró gobernador por un margen aún mayor del que logró Cristina- y en casi todo el norte. En cambio, perdía en Capital, Córdoba y San Luis.
El mejor entre los varones fue Roberto Lavagna, que llegó tercero y no pudo cumplir las expectativas que alimentó en su debut electoral. Como premio consuelo, se llevó el triunfo en Córdoba. El ex ministro de Economía de dos gobiernos peronistas fue en alianza con la estructura de la UCR, que ubicó de vice a su titular, Gerardo Morales, y sumó un nuevo fracaso. Muchos votantes radicales optaron por Cristina o Carrió, por lo que se presagian fuertes disputas por el control del centenario partido.
Cuarto se ubicó Alberto Rodríguez Saá, candidato de un sector del peronismo antikirchnerista y gobernador de San Luis, donde ayer arrasó. En tanto que Ricardo López Murphy quedó muy relegado. El Bulldog -que fue tercero en la elección del 2003- recibió un tibio apoyo del electo jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, y la sociedad que comparten en PRO quedó al borde del colapso. A esa situación aportó el pobre desempeño del macrismo en Capital, a cuatro meses de adjudicarse el Gobierno local en ballottage.
"Es la mayor diferencia entre el primero y el segundo desde el advenimiento de la democracia", destacó Cristina al adjudicarse públicamente el triunfo, a las 22, cuando recién se conocían los primeros cómputos oficiales. Y convocó a "reconstruir el tejido social e institucional" del país "sin odios ni rencores".
Cristina llegó al salón del hotel donde el Gobierno montó su búnker junto al presidente Néstor Kirchner, a quien hizo subir al estrado para que compartiera los aplausos del público. Estos comicios, los sextos desde el restablecimiento de la democracia, fueron de los más ajetreados del período iniciado en 1983.
Siete de las principales fuerzas de oposición coincidieron en denunciar supuestas operaciones para perjudicarlas, mediante el robo o faltante de boletas en el cuarto oscuro. Por otro lado, las demoras en el inicio del acto comicial en muchos lugares, a causa de la ausencia de las autoridades de mesa, provocó que la votación se prolongara hasta bastante después del horario de cierre del comicio. Al punto que, en Capital, se postergó por una hora -hasta las 19- el plazo oficial de votación.
Con el triunfo en la mayoría de los distritos el kirchnerismo consolidará su hegemonía en el Congreso a partir de diciembre. Los resultados de ayer le permitirán acrecentar su dominio en el Senado -que puso en juego un tercio de las bancas- y no necesitará más de fuerzas aliadas para asegurarse el quórum en la Cámara de Diputados, que se renovó por la mitad.
Distintas versiones del kirchnerismo se impusieron también en las ocho provincias donde se eligió gobernador. Incluso en Santa Cruz, bastión de los Kirchner, donde las recientes protestas sociales habían provocado incertidumbre sobre el resultado final. En Buenos Aires, Scioli se encaminaba a superar el 50% de los votos, seguido a distancia por Margarita Stolbizer, una radical que se alió a Carrió, en tanto que Francisco de Narváez -con apoyo de Macri- quedaba tercero.
Cristina asumirá el 10 de diciembre y sucederá en el cargo a su marido, el presidente Néstor Kirchner. Así, establecerá un hecho inédito en la historia de las democracias occidentales.
El vicepresidente será el gobernador mendocino, Julio Cobos, un radical que se asoció al kirchnerismo a través de la Concertación Plural. La fórmula Cristina-Cobos cumplió las condiciones exigidas para imponerse en primera vuelta.
La Constitución establece que no hay ballottage si un candidato supera el 45% de los votos o llega al 40% y aventaja por más del 10% al segundo.
Para reafirmar que es la hora de las mujeres, Elisa Carrió quedó segunda, aunque lejos de Cristina. La candidata de la Coalición Cívica -que fue secundada por el socialista Rubén Giustiniani- realizaba un notable desempeño en los grandes centros urbanos. Ganó en Capital y Rosario y revalidó su status de referente opositora.
La ventaja de la candidata oficialista fue hilvanada a partir de generosas diferencias en la provincia de Buenos Aires -donde el vicepresidente Daniel Scioli se consagró gobernador por un margen aún mayor del que logró Cristina- y en casi todo el norte. En cambio, perdía en Capital, Córdoba y San Luis.
El mejor entre los varones fue Roberto Lavagna, que llegó tercero y no pudo cumplir las expectativas que alimentó en su debut electoral. Como premio consuelo, se llevó el triunfo en Córdoba. El ex ministro de Economía de dos gobiernos peronistas fue en alianza con la estructura de la UCR, que ubicó de vice a su titular, Gerardo Morales, y sumó un nuevo fracaso. Muchos votantes radicales optaron por Cristina o Carrió, por lo que se presagian fuertes disputas por el control del centenario partido.
Cuarto se ubicó Alberto Rodríguez Saá, candidato de un sector del peronismo antikirchnerista y gobernador de San Luis, donde ayer arrasó. En tanto que Ricardo López Murphy quedó muy relegado. El Bulldog -que fue tercero en la elección del 2003- recibió un tibio apoyo del electo jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, y la sociedad que comparten en PRO quedó al borde del colapso. A esa situación aportó el pobre desempeño del macrismo en Capital, a cuatro meses de adjudicarse el Gobierno local en ballottage.
"Es la mayor diferencia entre el primero y el segundo desde el advenimiento de la democracia", destacó Cristina al adjudicarse públicamente el triunfo, a las 22, cuando recién se conocían los primeros cómputos oficiales. Y convocó a "reconstruir el tejido social e institucional" del país "sin odios ni rencores".
Cristina llegó al salón del hotel donde el Gobierno montó su búnker junto al presidente Néstor Kirchner, a quien hizo subir al estrado para que compartiera los aplausos del público. Estos comicios, los sextos desde el restablecimiento de la democracia, fueron de los más ajetreados del período iniciado en 1983.
Siete de las principales fuerzas de oposición coincidieron en denunciar supuestas operaciones para perjudicarlas, mediante el robo o faltante de boletas en el cuarto oscuro. Por otro lado, las demoras en el inicio del acto comicial en muchos lugares, a causa de la ausencia de las autoridades de mesa, provocó que la votación se prolongara hasta bastante después del horario de cierre del comicio. Al punto que, en Capital, se postergó por una hora -hasta las 19- el plazo oficial de votación.
Con el triunfo en la mayoría de los distritos el kirchnerismo consolidará su hegemonía en el Congreso a partir de diciembre. Los resultados de ayer le permitirán acrecentar su dominio en el Senado -que puso en juego un tercio de las bancas- y no necesitará más de fuerzas aliadas para asegurarse el quórum en la Cámara de Diputados, que se renovó por la mitad.
Distintas versiones del kirchnerismo se impusieron también en las ocho provincias donde se eligió gobernador. Incluso en Santa Cruz, bastión de los Kirchner, donde las recientes protestas sociales habían provocado incertidumbre sobre el resultado final. En Buenos Aires, Scioli se encaminaba a superar el 50% de los votos, seguido a distancia por Margarita Stolbizer, una radical que se alió a Carrió, en tanto que Francisco de Narváez -con apoyo de Macri- quedaba tercero.
EL "WOMAN POWER" POR EL MUNDO
(Clarín, Daniel Juri) Tal vez, haya llegado la hora de hacer cambios urgentes en el diccionario. En la larga lista de acepciones de la palabra "mujer", dice la Real Academia Española, en su vigésima segunda edición: "Mujer pública: prostituta". Otra definición: "Mujer de gobierno: Criada que tenía a su cargo el gobierno económico de la casa". Como siempre, la lengua termina yendo un paso más allá que las academias. Y hoy, para el común de la gente, mujeres públicas, mujeres de gobierno son Angela Dorotea Kasner, Hillary Rodham, Cristina Fernández o Mamá Sirleaf. Y es que, a pesar de que a las tres primeras se las conozca por el apellido de sus maridos y a la cuarta con el más femenino de los apodos, se trata, nada menos, que de mujeres de todo el mundo que pasaron a ser emblema del "woman power", un fenómeno que amenaza con sacudir, también, hasta la última letra del diccionario.
La primera de estas mujeres es la poderosa jefa del gobierno alemán, Angela Merkel; la segunda, Hillary Clinton, la candidata demócrata que amaga con instalarse en la Casa Blanca y no, esta vez, para redecorarla como primera dama, sino para dirigir los destinos de la primera potencia del mundo. La tercera es Cristina Fernández de Kirchner, elegida ayer presidenta de los argentinos. Luego, le sigue Ellen Johnson Sirleaf, verdadero emblema de este arranque del siglo XXI, quien el año pasado se convirtió en la primera mujer presidenta de Africa. No solo eso: ganó las elecciones en Liberia con un 59,4 por ciento de votos y se hizo cargo de un país desgarrado por una guerra civil. Encima, pudo con la política y hasta con un fetiche masculino: venció en las urnas a un ex futbolista llamado George Weah.
A las poderosas de este mundo contemporáneo parece unirlas un denominador común: la educación superior. Fueron las aulas del siglo XX las que, en definitiva, les dieron a la mujer el instru mento fundamental para pelear lugares, por ejemplo, dentro del "old boys club" de EE.UU., como se llama a ese coto cerrado que, históricamente, produjo candidatos presidenciales a destajo, siempre hombres. Con su acceso a la educación superior, la mujer pudo liberarse hasta de ese viejo mito religioso que le endilgó durante siglos la causa del pecado original. Ese mito por el que solo Eva y una serpiente (femenina) fueron expulsadas del Paraíso. "Soy socialista, agnóstica, separada y mujer", dijo a poco de asumir el gobierno la presidenta chilena Michelle Bachelet.
Merkel es científica, Hillary era una abogada exitosa cuando su marido llegó a presidente. Cristina también es abogada y un cuadro político de peso surgido de las filas del peronismo. La africana Sirleaf es una economista licenciada en Harvard. También salió de esa universidad estadounidense la abogada laboralista Tarja Jalonen, que ya va por su segundo mandato en Finlandia. Bachelet es médico cirujana y pediatra.
En el otro extremo del planeta, la economista Gloria Arroyo, actual presidenta de Filipinas -que lidia en su país contra la corrupción, la guerrilla y el terrorismo- compartió alguna vez las aulas con Bill Clinton, en la Universidad de Georgetown. Vaira Vike Freiberga, la presidenta de Letonia se doctoró en Psicología en Canadá. Es traductora de español y habla francés, inglés y alemán, además de letón, claro.
Profesionales, políticas exitosas, verdaderas damas, femeninas -cada una con su estilo- y lejos, muy lejos todas ellas, de esa imagen masculinizada que instaló la hoy anciana baronesa Margaret Thatcher, ex primer ministro británica, una famosa dama de hierro.
ANTECEDENTES
Las pioneras: Sirimavo Bandaranaike fue la primera mujer en asumir el cargo máximo de un país. En 1960 la eligieron primera ministra de Sri Lanka, y repitió en 1970 y 1994. Pero dos de las mujeres más emblemáticas, también por su fuerte carácter, y a su modo pioneras en el liderazgo estatal fueron la india Indira Gandhi y la israelí Golda Meir. La primera, hija de Jawaharlal Nehru, fue premier en 1977-80 y en 1980-84, cuando la mataron. Y Meir, nacida en Ucrania y una de las fundadoras del Estado de Israel, lo fue en 1969-74. Michelle Bachelet, presidenta de Chile, fue la primera presidenta electa de Sudamérica.
Las viudas: Tres presidentas llegaron a ese cargo como "herederas políticas" de sus maridos: las viudas del argentino Juan Domingo Perón, del nicaragüense Pedro Chamorro y del filipino Benigno Aquino. María Estela Martínez, Isabelita, asumió en 1974 al morir su esposo durante su tercera presidencia, de la cual ella era vice. En 1976 la derrocó un golpe militar. Violeta Chamorro, viuda del periodista asesinado por la dictadura de Anastasio Somoza, le ganó en las urnas al sandinismo y gobernó en 1990-97. Y Corazón Aquino, viuda de un senador opositor, víctima de la dictadura de Ferdinand Marcos, fue elegida presidenta y gobernó en 1986-92.
Las reinas: En los 46 países en los que existen actualmente reyes, emperadores, emires o sultanes, sólo tres mujeres ostentan una corona sobre sus cabezas: son Isabel de Inglaterra, Beatriz de Holanda y Margarita de Dinamarca. Todos títulos heredados, en los que no tienen cabida la formación intelectual o la capacidad política -aunque algunas mujeres las tengan, como es el caso de la suegra de la princesa Máxima (argentina), la holandesa Beatriz- sino la sangre supuestamente azul que corre por sus venas. Igualmente, ninguna de las tres tiene poder político real, aunque la realeza sea su marca.
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