SEXUALIDAD DE LA MADRE DE AMÉRICA
Lejos de alimentar el escándalo,
la vida íntima de la Premio Nobel de Literatura 1945 interesa
porque refleja los rechazos de una época
y el modo en que un Estado pretende deshumanizar a sus próceres.
De ello trata la columna de la excelente periodista chilena.
(Las otras familias, Chile, Patricia Verdugo*, octubre de 2007) “Cuando tú vuelvas, si es que vuelves, no te vayas enseguida. Yo quiero acabarme contigo y quiero morirme en tus brazos” (fragmento de carta de Gabriela Mistral a Doris Dana, diciembre de 1948).
La relación de amor entre Gabriela Mistral y Doris Dana comenzó el 1 de octubre de 1948. Y cuando celebraron el séptimo aniversario como pareja, la poetisa le comentó a su amada: “hay que cuidar esto, Doris, es una cosa delicada el amor”.
La prueba de que cuidaron su relación está a la vista. Unidas estuvieron hasta la muerte de la gran Gabriela en 1957 y Doris fue su heredera universal. Gozaron de buen amor por ocho años hasta que –cumpliendo su deseo- Gabriela expiró en sus brazos en Nueva York.
Decir en círculos privados que nuestra gran Premio Nóbel fue lesbiana, hasta hace muy poco, era un escándalo. Unos lo rechazaban o callaban. Otros argumentaban que no había pruebas. Y los menos decían que el dato no era relevante para efectos de analizar su obra. La homofobia aparecía por doquier. En 2002, la académica portorriqueña Licia Fiol-Matta escribió el libro “Una madre homosexual para la nación: el Estado y Gabriela Mistral”, libro que Chile escondió bajo la alfombra. Y cuando se planteó hacer una película (“La pasajera”, Casas y Labarca) hilos invisibles se movieron en México y Chile para impedir el proyecto.
Hoy, gracias a la “desclasificación” de archivos, podemos finalmente tener las pruebas y dar pasos claves hacia la verdad. Y eso permitirá perfilar a nuestra Gabriela como la persona que realmente fue, muy distante de la imagen de tristeza y soledad insondables, imagen que moldeó en fierro el stablishment local para fijarla en la historia como madre literaria de Neruda y tantos otros poetas del siglo XX, como santa madre de la nación, mito asexuado y angelical incluso.
La mujer de carne y hueso eran tan profunda como sensible, amaba con alegría y odiaba con rencor. Fue una persona tan potente que, desde 1945 hasta hoy, detenta el único Nóbel para una mujer en habla castellana. Mérito que ganó por la fuerza de su obra, ya que no contó –como Neruda- con el global apoyo de los intelectuales de izquierda.
Feminista, la Mistral sostenía que la mujer era “prisionera de la ignorancia”. Y resumió su vida en Chile diciendo que “viví aislada en una sociedad analfabeta cuyas hijas eduqué y que me despreciaba por mal vestida y mal peinada”. Llegó a decir incluso que Chile “no tiene sesos, no tiene madurez”.
¿Tienes una gabriela?, se dice popularmente en Chile, ya que su imagen circula en rojos billetes de cinco mil pesos. Su medalla Nóbel descansa en una triste vitrina del mal mantenido museo de la iglesia de San Francisco. Su museo en Vicuña es de una pobreza que busca reafirmar la falsa imagen, antípoda de la poetisa que se codeó con lo mejor de la cultura mundial y disfrutaba de una mansión en Estados Unidos.
Sólo su tumba en Montegrande emociona porque –pese al Chile mediocre y envidioso que no supo acogerla- fue su decisión ser enterrada en el seco suelo del norte que la vio nacer. “El valle lo mientan Elqui / y Montegrande, mi dueño”.
¿Será capaz Chile de asumir a la nueva Gabriela? La esperanza dice ojalá y el realismo dice difícil, muy difícil…
Esta columna de opinión fue publicada en el diario electrónico El Mostrador de Chile, el 23 de Octubre, 2007.
5 comentarios:
Lucila Godoy gran poetiza chilena y premio Nóbel de literatura en 1945, más conocida con el seudónimo de Gabriela Mistral fue una mujer profundamente rechazada por la sociedad de la época, desde sus comienzos como “Normalizadora” nombre que se les daba a las personas que ejercían la pedagogía, pero no tenían el titulo profesional de ejercicio de la carrera docente, siendo este motivo, además del arribismo y la mediocridad que no dejaba ver el esfuerzo de alfabetizar hasta en la regiones más inhóspitas de este largo país y sin condiciones…. Y peor aun, para mujeres que salieran de su rol doméstico asignado y atrevieran a trasladarse libremente a su son protagonizando su propia historia personal.
Realmente, es una alegría que “Nuestro Hammam” reconozca a Gabriela y valorice su trabajo… ojala, que en Chile lo hicieran más a menudo y no sólo con “piecitos de niños y todas íbamos a ser reinas”…
En esta página se puede complementar más información del legado de la Poetiza.
http://www.gabrielamistral.uchile.cl/bibliografiaframe.html
Un abrazo solidario.
Daniela Andrade Zubia.
http://www.laciudaddelasdiosas.blogspot.com
Gracias, tesoro. Menos mal que existe el Hammam para divulgar estas cosas.
Besotes.
Por cierto, ¿y qué me dices de Marguerite Yourcenar, la primera mujer que accedió a la academia francesa?
Lo de Gabriela (oh, Gabriela) me ha recordado a ella.
Si hablásemos de primeras, la lista sería interminable, para infinitos rubros, además de que por supuesto no siempre es conocido el dato íntimo, y ahí se pierde la estadística.
Lo interesante es ese otro aspecto, ridículo, de la tapadera que hacen los aparatos del poder, cuando ni las aludidas se preocupan por ello; a lo sumo, por la época, lo llevaban con discreción.
gracias sui!!!
No me importa si su amor es lo que todos querìan ,ella amò, amo y lo hizo a pleno, a pesar de las barreras , ella tan sensible supo decir todo, y sus cartas son maravillosas, mas que sus poemas, porque ahi es ella, solo ella
DIVINA de verdad.
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